Loidel Rodríguez es uno de los numerosos inmigrantes cubanos en Estados Unidos que se encuentran en una situación de incertidumbre migratoria.
Llegó en el 2021 tras haber sido exiliado por el régimen castrista y etiquetado como desertor con una pena de ocho años. Desde entonces, ha pasado tres años sin ver a su familia, comunicándose solo a través de redes sociales.
Como muchos otros cubanos con el formulario I-220A, Rodríguez debe presentar una solicitud de asilo ante un juez y esperar una fecha de corte final para defender su caso.
Mientras tanto, enfrenta el desafío de renovar periódicamente su permiso de trabajo y su licencia de conducir, sin una fecha de corte programada a la vista.
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A pesar de estas dificultades, su amor por el deporte sigue intacto, aunque en pausa. Se ha reinventado trabajando en plomería con una empresa estadounidense, pero sus aspiraciones se ven limitadas por su falta de residencia legal.
Los abogados de inmigración, como Rosaly Chaviano, están a la espera de una decisión de una corte federal sobre los casos relacionados con el formulario I-220A.
Una decisión favorable podría permitir que Rodríguez y otros en su situación soliciten la residencia bajo la Ley de Ajuste Cubano y obtengan la aprobación, ya sea a través de USCIS o ante un juez.
