Mientras la mayoría de los cubanos enfrenta una crisis económica severa, apagones prolongados y escasez de alimentos y medicinas, Sandro Castro, nieto del fallecido Fidel Castro, promociona la celebración de su cumpleaños el próximo 5 de diciembre, en medio de lujo y exclusividad.
“Lo que quiero dejar claro es que estoy celebrando mi cumpleaños como un joven cubano revolucionario”, declaró el joven.
Noticias de Florida 24/7 en Telemundo 51.
>Con una entrada fijada en 15,000 pesos cubanos —una cifra inalcanzable para la mayoría en un país donde el salario promedio ronda los 6 dólares mensuales—, la fiesta de Sandro Castro se promociona como un evento de alto nivel. Según se anunció, incluiría vino espumoso, música en vivo y un ambiente exclusivo en su bar de La Habana.
El periodista Mario Pentón, quien denunció el evento, calificó la celebración como una "burla" al pueblo cubano. “Mientras los cubanos lidian con la miseria, los apagones y la falta de recursos básicos, esta élite muestra sin pudor su poder y riqueza”, dijo Pentón.
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>Sandro Castro forma parte de una nueva clase privilegiada en Cuba: los descendientes de dirigentes y altos funcionarios del régimen. Sus publicaciones en redes sociales exponen un estilo de vida que contrasta con la realidad de la mayoría de los cubanos. Imágenes de ropa de diseñador, paseos exclusivos, bebidas costosas y platos lujosos son parte de su día a día.
Pentón lo resumió así: “Sandro Castro representa a esa otra Cuba, la de los nuevos ricos. Los hijos y nietos de los dirigentes que manejan las remesas, las importaciones de comida y otros recursos mientras el pueblo sufre”.
Sandro Castro publicó un video en el que intentaba defenderse. “Estoy celebrando mi cumpleaños como cualquier joven normal, común y corriente”, aseguró. Sin embargo, su discurso fue recibido con escepticismo y burla en las redes sociales, donde se le señaló por estar lejos de ser un joven "normal".
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El organizador del evento intentó minimizar las críticas, afirmando en un video que la fiesta se realizó “en el bar más humilde que puede haber en Cuba”, aunque las cifras lo contradicen: la botella de vino más económica en dicho establecimiento cuesta alrededor de 2,000 pesos cubanos.