Doral

Inmigrantes piden eliminar sus tatuajes por temor a ser asociados con el Tren de Aragua

Un tatuador de Doral con más de dos décadas de experiencia, cuenta que cada vez más personas llegan solicitando cubrir o eliminar antiguos tatuajes.

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Telemundo

Lo que alguna vez fue símbolo de identidad personal, recuerdos familiares o simple expresión artística, hoy se ha transformado en un motivo de preocupación creciente entre inmigrantes venezolanos en el sur de la Florida. La razón: ciertos diseños de tatuajes están siendo observados con lupa por parte de autoridades migratorias, al ser asociados con la peligrosa banda criminal “El Tren de Aragua”.

En un modesto estudio de tatuajes ubicado en el corazón de El Doral, donde se concentra una de las mayores comunidades venezolanas del país, el ambiente ha cambiado. La música sigue sonando, las agujas siguen zumbando, pero los pedidos ya no son únicamente por nuevos diseños. Cada vez más personas llegan solicitando cubrir o eliminar antiguos tatuajes.

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José Miranda, un joven venezolano, es uno de ellos. Hace años eligió tatuarse una corona de siete puntas en el cuello, un símbolo que, para él, representaba a su familia de siete integrantes. “Me ha traído más problemas que otra cosa (…) ya me han relacionado con Maras y eso no es justo”, afirma. La corona, aparentemente inocente, se ha convertido en una posible evidencia de afiliación delictiva.

Johan Ávila, tatuador con más de dos décadas de experiencia, no es ajeno a esta nueva realidad. “El ambiente se ha puesto tenso, sobre todo entre mis clientes venezolanos. Están asustados”, confiesa. Dice que solo en la última semana ha tapado varias coronas, leones y rosas. Tres diseños que, según las autoridades, podrían ser emblemas utilizados por integrantes del Tren de Aragua, una organización criminal de origen venezolano que ha sido vinculada con delitos transnacionales.

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“Una vez vino un cliente a pedirme que le tapara un reloj y una rosa. No entendía por qué hasta que le detuvieron en un aeropuerto y lo interrogaron por esos dibujos. Después investigó y supo que podían estar asociados con esa banda”, cuenta Johan.

El miedo no es infundado. Casos recientes han encendido las alarmas entre la comunidad migrante. Widmer Agelvis, un joven de 24 años que llegó desde Ecuador pidiendo asilo, fue detenido por agentes de ICE en Estados Unidos. No tenía antecedentes penales ni vínculos probados con bandas delictivas, pero sus tatuajes —una rosa y un reloj— levantaron sospechas. Fue deportado a El Salvador, sin más prueba que las imágenes marcadas en su piel.

Su abogado, Ángel Rivera, asegura que la investigación no encontró evidencia de actividades criminales. “Nunca estuvo acusado de nada, pero aún así lo detuvieron y deportaron”, lamenta.

Otro caso similar es el de Franco Carballo, también venezolano, cuya única conexión con el Tren de Aragua, según un documento del Departamento de Seguridad Nacional, son los tatuajes que lleva: un león, una corona y una rosa. El informe reconoce que no tiene historial delictivo en los EE.UU.

Johanny Sánchez, esposa de Carballo, no encuentra consuelo: “Todo el mundo tiene tatuajes hoy en día. Es algo común, no significa que sean criminales. ¿Cómo pueden hacerle esto a una persona sin pruebas?”

El fenómeno ha encendido el debate sobre el derecho a la presunción de inocencia y el uso de símbolos como herramientas de perfilamiento. En muchos casos, los tatuajes son decisiones estéticas tomadas años antes, sin conocimiento alguno de sus supuestas connotaciones criminales.

“La verdad es que duele”, confiesa Johan Ávila. “Es muy fuerte ver cómo una pieza bonita que hiciste con ilusión termina siendo un motivo de miedo para quien la lleva”.

Hasta el momento, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) no ha emitido un pronunciamiento oficial sobre estos arrestos ni ha publicado una lista oficial de símbolos o diseños considerados sospechosos. Mientras tanto, la incertidumbre sigue creciendo entre quienes sienten que la tinta en su piel puede convertirse en una condena anticipada.

Algunos estudios de tatuaje están incluso comenzando a asesorar a sus clientes sobre los posibles significados que ciertos diseños podrían tener ante los ojos de las autoridades. Otros simplemente piden que se piense dos veces antes de marcarse la piel.

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