balseros cubanos

Habla desde la cárcel hija de anciana de 84 años que llegó en balsa a EEUU

Nilda, aún detenida, narra la difícil decisión que tomó al arriesgar la vida de su madre para huir de Cuba.

Telemundo

A sus 84 años, Olga Díaz se embarcó en una travesía que jamás pensó que tendría que afrontar. Desde su natal Guanabacoa, en La Habana, dejó atrás todo lo conocido para lanzarse al mar en busca de un nuevo comienzo en Estados Unidos, donde ya reside el resto de su familia. Pero esta búsqueda de libertad ha estado marcada por el dolor, la incertidumbre y la separación.

"Cuando hay mucha gente aquí, me siento bien, pero cuando hay poca, me siento triste", confiesa Olga, afectada porque su hija, Nilda Cordero, permanece detenida en un centro para migrantes.

Olga y Nilda fueron detenidas apenas pusieron un pie en suelo estadounidense. Aunque Olga fue liberada al día siguiente, su hija sigue detenida, lo que angustia a la familia.

"Venía con mi hija, pero ella no está en casa todavía. Quisiera que viniera para acá, porque la extraño. La extraño mucho", remarca Olga.

Dainay Cordero, otra de las hijas de Olga, comparte la desesperación de su madre. "Ellos me dijeron: 'te la vamos a dar'. Y cuando llegué ahí, no me la dieron. No sé qué va a pasar. Si la deportan para Cuba, es desesperante. No sé qué va a pasar, realmente".

La propia Nilda, aún detenida, narra la difícil decisión que tomó al arriesgar la vida de su madre para huir de Cuba. "Me fui de ese país porque ya no podíamos más. Y arriesgué la vida de mi madre, y por favor, yo necesito estar con ella, porque lo único que hace es llorar y llorar", cuenta.

El futuro de Olga en Estados Unidos es incierto. Tanto ella como su hija enfrentan órdenes de deportación inmediata, una situación que podría separar a la familia de manera definitiva.

"Para que a uno se le dé ese tipo de orden, tiene que haber primero una entrevista de miedo creíble. Al no haber esa entrevista, inmigración aquí se equivocó, en mi opinión legal", explica Eduardo Soto, abogado de inmigración que lleva el caso de Olga y Nilda.

La travesía no fue fácil para Olga, quien aún no puede creer que logró llegar a Estados Unidos. "Yo todavía no me creo que estoy aquí. Fue difícil el viaje, sí".

Su hija Nilda describe la odisea que vivieron para llegar. "Fue bien dura la travesía. Ella vino vomitando, se me hizo caca. Tuvimos que tirarnos al agua y cargarla, y casi se me ahogaba en ese fango, porque yo salí por el Cayo, Cayo Maratón".

Olga, -según su hija Dainay-, no reconoce a las personas a su alrededor y pasa sus días llorando. "Ella no me conoce. Ella llora todo el tiempo".

Denis, amigo de la familia, resalta la dedicación de Nilda al cuidado de su madre. "Su hija siempre ha estado cuidándola, es quien la atiende. Es una persona mayor", señala Denis.

Michael Hernández, nieto de Olga, dice: "Mi abuela todos los días llora. Yo le dije que pronto estará aquí con ella, que serán solo unos días. Al menos, eso es lo que yo espero. No pierdo las esperanzas."

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