La tragedia golpeó a la familia Ortiz, cuando finalmente recibieron noticias sobre la muerte de su hijo, Jefferson Luis Mendez Ortiz, cuatro meses después del accidente que le arrebató la vida.
Jefferson, de origen ecuatoriano, fue atropellado y abandonado en una calle de la Pequeña Habana el pasado 15 de mayo. A pesar de que fue declarado muerto el mismo día, su familia, repartida entre Nueva York y Suiza, permaneció en la oscuridad durante meses. El retraso en la comunicación por parte de las autoridades ha dejado a sus seres queridos no solo sumidos en el dolor, sino también en una búsqueda de respuestas.
La escena del accidente, grabada por un residente desde su balcón, muestra los restos de un vehículo esparcidos por la Avenida 27 entre las calles 10 y 13 del suroeste de la Pequeña Habana. Pedazos del coche, junto a la figura inmóvil de Jefferson, marcan el punto exacto de la tragedia. Minutos después, las ambulancias y la policía llenaron la avenida en un intento de controlar la situación. Pero para la familia de Jefferson, que estaba a miles de kilómetros de distancia, la información crucial no llegaría hasta mucho tiempo después.
“Es injusto que nos avisen hasta ahora, y eso nos está comiendo vivos a todos”, dice con angustia Gloria Ortiz, madre de la víctima. La impotencia que siente la familia se agrava por el hecho de que Jefferson llevaba consigo sus teléfonos celulares y una libreta con los números de contacto de sus seres queridos. Sin embargo, estos detalles no bastaron para que la noticia les llegara a tiempo.
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Diego Ortiz, hermano de Jefferson, recuerda el horror de enterarse por fin de lo sucedido. “Y comenzó a gritar”, dice, reviviendo el momento en que la familia recibió la llamada con la noticia devastadora. Pero lo que ha sido más difícil de aceptar para los Ortiz no es solo la pérdida de su ser querido, sino la falta de respuestas claras. La familia asegura que no fueron notificados del accidente hasta meses después, debido a que los correos electrónicos que la policía de Miami envió al Consulado de Ecuador llegaron a las carpetas de correo no deseado. Esta situación retrasó aún más la comunicación y dejó a la familia en un doloroso limbo de incertidumbre.
“Si yo muero en Miami, ustedes no abren mi cartera. Entonces, ¿cómo saben que soy yo?”, reflexiona Ruth Ortiz, hermana de la víctima, en un tono de incredulidad y frustración. Su pregunta refleja la falta de claridad en torno al manejo de la identificación de su hermano y la comunicación con la familia.
Una portavoz del Departamento de Policía de Miami indicó que “la familia fue contactada por el detective del caso, quien mantuvo una estrecha comunicación, asegurándose de mantenerlos actualizados y apoyados durante todo este proceso.” Sin embargo, la familia insiste en que la falta de información sobre el responsable del accidente y las circunstancias que rodearon la muerte de Jefferson sigue siendo un peso que no han podido quitarse de encima.
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Las piezas del vehículo involucrado en el atropello, que quedaron dispersas en la escena, pertenecen, según la familia, a una SUV negra. Esta es una de las pocas pistas que tienen en su poder y que podría llevar a la identificación del responsable. Pero hasta la fecha, la investigación no ha arrojado resultados definitivos.
La familia continúa buscando justicia para Jefferson, confiando en que alguien tenga la información clave que les permita encontrar al culpable. En este sentido, hacen un llamado a la comunidad para que cualquier persona con datos sobre el accidente contacte con la línea de Alto al Crimen de Miami Dade. La esperanza de encontrar respuestas sigue viva, aunque el dolor de la pérdida persiste.
Para la familia Ortiz, los últimos meses han sido una mezcla de desesperación y dolor. La distancia geográfica entre ellos y la falta de respuestas por parte de las autoridades han convertido el duelo en un proceso aún más complicado y frustrante.