Anisley Perez, una cubana con I-220A, cuenta que tiene un niño de 13 años al que le robaron todos sus sueños en Cuba. Ahora está jugando en la academia del Barca pero no puede ir a Barcelona a jugar, porque no tiene un estatus legal en EEUU. Y lo acaban de escoger para la selección de Estados Unidos, pero tampoco puede jugar.
Como estas muchas son las historias de los cubanos con el documento I-220A que viven un limbo migratorio y están a la espera de una decision del gobierno.
“No se puede vivir porque no sabes que pasará el día de mañana, estás estudiando o trabajando, y no te logras concentrar porque no sabes que pasará, entonces le estamos pidiendo a la administracion Biden que nos de una oportunidad”, refuerza Yusnier Fellove, otro cubano con I-220A.
Con esa petición viajarán a Washington, el próximo 17 de octubre, también pedirán un freno a las deportaciones de cubanos con I220B.
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Lia Perez dice que las personas que “entraron a la frontera, les dieron un documento equivocado y ahora los están deportando, mientras los comunistas siguen entrando, con parole humanitario”.
La I-220A es una orden de libertad bajo palabra que muchos recibiron al cruzar la frontera de Estados Unidos. Es un documento de entrada diferente al parole, que si les hubiese permitido aplicar a una residencia a través de la Ley de Ajuste Cubano.
Estos cubanos aseguran que “no vamos a exigir nada, no podemos exigirle al país que nos dio la libertad que Cuba nos quitó, pero si necesitamos que nos escuchen, que escuchen nuestro sentir”.
Local
En enero de este año, un grupo similar se manifestó frente a la Casa Blanca. En la capital, se reunieron con la congresista republicana María Elvira Salazar.
En agosto, la oficina de la congresista solicitó llenar un formulario para establecer una base de datos de los cubanos con I-220A, quien prometió que en septiembre anunciaría acciones concretas, antes de las elecciones.